
Estimados iluminados lectores, les escribo sumamente preocupado, pues si bien casi no miro televisión, ya que la Roiter la acapara, leo las páginas informativas comunitarias, tanto porteñas como cuatro internacionales, judías lógicamente, y diversas noticias de los diarios, especialmente de La Nación, y las reproducidas en Google Noticias.
Mientras que por un lado me tuve que esforzar para comprender la disertación geopolítica de Pilar Rahola, e inmediatamente que culminó pasar al zoom en donde don Alberto Crupnicoff se refería a la realidad comunitaria, para coincidir con él de que lo que falta en la comunidad es el debate de ideas, aunque no me gustó una frase que dijo, algo así como que si bien no iba a ningún Beit Hakneset en Shabat era tan judío como los que si iban. Antes de la cuarentena, yo era un mitpalel de Shajarit y Shabat (feligrés de los oficios matutinos) y también de Kabalat Shabat, y siempre critique a quienes parece que tienen un “judiómetro” y nos andan midiendo.
Don Alberto, perdóneme si lo que digo le molesta, no es mi intención ofenderlo, usted es tan judío como cualquiera del resto de los catorce y pico de millones de judíos que vivimos en el mundo, tanto si usan sobrero, talit katan, se pongan Tefilim, recen tres veces por día, etc., etc. o comen sándwiches de jamón crudo y queso.
También les pido que me perdonen todos los que opinan distinto que yo, sea porque tienen el “judiómetro” o consideran que es el Itzer Harra (El Angel Caido) el que me hace pensar así.
Pero volviendo al motivo de mi preocupación, la difusión del programa de periodismo de investigación israelí “Uvdá” (Hecho) en el que su conductora Ilana Dayan entrevistó a Uzi Shaya, presunto ex miembro del Mossad quien afirmó haberle entregado, días antes de su muerte, al fiscal Alberto Nisman z’l un sobre con documentación probatoria de movimientos económicos entre la República Islámica de Irán y de la entonces Presidente y actualmente Vicepresidente de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, y algún miembro de su familia.
Reconozco que no vi el programa, el cansancio de no hacer nada no me permite modificar mi ritmo de vida, leer y leer en la pantalla de la PC, pero leí los comentarios, y la verdad es que me parece muy acertado lo que dijo en FM Jai el periodista Carlos Gurovich, y que tomo de lo publicado por dicho medio: “del ‘combo’ Argentina-Nisman-Irán, la única palabra que mueve el amperímetro en Israel es ‘Irán’. Considera que de AMIA y Nisman se habla cuando son los aniversarios, en cambio Irán mueve el amperímetro todos los días. ‘Habrá que ver si detrás de todo esto hay documentación cierta y comprobable o si simplemente dimos un buen show de televisión. Personalmente creo que esto le hace mucho daño a la imagen de Nisman y a la investigación en Argentina” (*1).
Personalmente, y es una de las cosas que me preocupa, es que las afirmaciones de Uzi Shaya, también daña a quienes están directamente involucrados en la causa judicial abierta contra la actual Vicepresidenta, y quizás a la comunidad como un todo.
El presidente de la DAIA, Jorge Knoblovits, señaló la falta de “certeza jurídica” según lo publicado en una nota de Iton Gadol/AJN: “No hay prueba, dice que la prueba la entregó y tampoco dice si tiene copia. No sabemos para quién trabaja, y no sabemos si sus dichos son ciertos porque el único testigo es el asesinado fiscal Nisman y no hay manera de acreditarlo o desacreditarlo”, para luego decir que “no hay prueba jurídica para certificar lo que dice en un programa de televisión, así que no deja de ser un programa de televisión sin certeza jurídica”(*2).
Sobre la “certeza jurídica” tengo un recuerdo de lo que escuche el Shabat anterior a la muerte de Nisman z’l. El viernes 16 de enero de 2015 regresamos a última hora de Punta del Este porque la Roiter, al terminar Shabat, estaba invitada a un Te de Lluvia de un casamiento que teníamos el fin de semana siguiente. En esa época yo iba a rezar, mejor dicho a encontrarme con conocidos y disfrutar de un muy buen kidush, al miniam de la escuela Wolfsohn, así que ese sábado a la mañana, luego de desayunar, y mientras la Roiter iba a la peluquería, tomé el subte y me fui al Shil. Cuando terminó la tefila, y disfrutábamos del Kidush, el comentario obligado era opinar sobre la denuncia que el fiscal Nisman había presentado, muy difundida por los medios y que el día lunes iba a ampliar o informar a diputados nacionales en el Congreso. Cuando luego del Bircat Hamazón, la bendición que se recita luego de la comida, y la mayoría de los feligreses se retiró, me acerqué a la mesa en donde estaba el rabino rodeado por unas 20 personas, momento en que normalmente se hablaba de temas comunitarios, lo que no ocurría ese Shabat pues el tema era la denuncia de Nisman.
Uno de los que integraba ese grupo era el entonces “periodista de la pipa”, quien en un momento dijo que el presidente de la DAIA había manifestado que si la denuncia del fiscal se basaba en material aportado por los servicios de inteligencia habría problemas, pues al no ser pruebas no eran judiciables, lo que no fue del agrado de la mayoría de los que lo escucharon.
No entendí lo que el “periodista de la pipa” dijo, pero como pese a que no fumaba cuando estaba en el Shil, él decía que no fumaba en Shabat y Jaguim, olía a tabaco quemado, no quise pedirle que me lo aclare, total yo tenía el número de teléfono de don Julio y podía llamarlo durante la semana para que me lo explique. No pudo ser, las noticias del lunes hicieron irrelevante, para mí, esa inquietud, Nisman z’l ya estaba muerto.
Decía al principio que estaba preocupado, y es porque no encuentro una respuesta a la pregunta que me hago desde que vi la propaganda del programa en el que Uzi Shaya, presunto ex miembro del Mossad, iba a contar sobre la documentación que le entregó a Nisman z’l días antes de apareciera muerto: ¿por qué ahora?
Interrogante que se ahondó a partir de lo que los medios han reproducido los dichos de este buen señor israelí que por más de cinco años se mantuvo callado, pues al “por qué ahora”, le sumo ¿a quién beneficia?, y si lo afirmado por Jorge Knoblovits es cierto, que no existen pruebas, la respuesta que me surge no me agrada para nada, pues confirma lo afirmado por Carlos Gurovich.
Ustedes, iluminados lectores, se preguntarán por qué digo que Uzi Shaya, es un presunto miembro del Mossad, porque hasta el momento en que les escribo no leí que la Cancillería israelí, el Mossad o algunos de los otros servicios de seguridad en los que se desempeño confirmaron que fue uno de sus miembros
Carlos Gurovich es un periodista que quizás no tiene el cartel de Ilana Dayan, pero no es un improvisado, hace años está en los medios israelíes, y desde hace tiempo conduce un programa televisivo periodístico junto a Damián Patcher, quién fue el primero que difundió la muerte del fiscal, sin divulgar como lo supo y emigró pues descubrió que lo estaban siguiendo.
Después de mucho tiempo un informe de la Gendarmería Nacional, aceptado por la justicia, sostiene que a Alberto Nisman z’l lo asesinaron, sin existir “pruebas” de quienes fueron sus asesinos, pese a lo que todavía hay personas que consideran que fue un suicidio.
Uzi Shaya, durante 5 años se mantuvo callado, y la explicación de que ahora habla porque considera que a Nisman lo mataron por la documentación que él le entregó, y que desapareció, es algo lógico pues los asesinos habrían ido a buscarla.
En la nota de Iton Gadol mencionada más arriba dice que la DAIA “aún mantiene un debate interno sobre la continuidad de la querella que presentó contra la ex presidenta por el polémico Memorándum de Entendimiento con Irán, que fue avalado por el Congreso argentino y más tarde declarado inconstitucional por la justicia” (2).
Si en la DAIA, institución que representa políticamente a la comunidad, existe un “debate interno”, es decir que existen dos posturas: continuar o no continuar la querella, lo expuesto por Uzi Shaya, sin aportar pruebas pues no dijo que tiene copia de la documentación entregada a Nisman z’l, potencia el debate, y me preocupa, pues lo que se decida finalmente afectará a toda la comunidad, por lo menos a la institucionalizada.
Pero cuidado, este debate que se está produciendo en la DAIA no es del que habló Alberto Crupnicoff, quien se refería a que las instancias centrales de la comunidad puedan dedicarse a lo importante, la continuidad judía, y no a lo urgente.
Hoy, en medio de la pandemia del coronavirus, desgraciadamente lo urgente es prioritario, pues debido a las consecuencias económicas de la cuarentena la situación de las instituciones judías de base, sean escuelas, sociodeportivas, sinagogas es muy complicada y al igual que muchas empresas (grandes, medianas y chicas) se ven, o verán, obligadas a achicarse, lo que implica despedir personal.
Es por esto que considero que no es momento para utilizar el “judiómetro” sino tratar de evitar las disputas, los debates estériles, que solo potencian las “grietas”, y no me olvide de las pseudo-ocultas fiestas de casamientos, que generaron una multitud de comentarios agresivos cuando con condenarlas hubiera bastado.
Les cuento que cuando me enteré, por un WhatsApp, lo que dije fue “hijos de …. Tienen que ir todos presos”, evidentemente el “judiómetro” lo tenemos adentro, por lo tanto ahora, luego de las afirmaciones de Uzi Shaya, no lo utilicemos para atacar a quienes piensan distinto, y – como mínimo – tratemos de ayudar a quienes se están ocupando de lo urgente.