Estimados, iluminados, amigos lectores antes que nada quiero explicarles el por qué de no haberme comunicado con ustedes antes de Rosh Hashaná y por qué lo hago ahora, a horas de Iom Kipur.

El estar en cuasi cuarentena con la Roiter, al igual que otros cientos de millones de personas que superamos los 60/65 años, me obligó a tomar una decisión dolorosa: no participar presencialmente de las tefilot de los Iamim Noraim, y no bien lo asumí me di cuenta que desde el primer Rosh Hashaná que estuve como un mitpalel en un shil, hace 53 años, este sería el primer Iamim Norain en que no estaría, y me deprimí, y no sólo no tuve deseos de sentarme a escribir sino que también dejé de hablar, telefónicamente, con los javerin y mucho menos ser parte de la enorme cantidad de zoom que las diversas instancias comunitarias organizan.

No es que la depresión haya disminuido, creo que se acrecentó cuando tuvieron que venir al jardín interno del edificio donde vivimos a tocar el Shofar, y en estos días se mantiene muy fuerte. Pero consideré que pese a la depresión tenía que comunicarme con ustedes, iluminados amigos lectores, desearles a ustedes y a todos los que formamos parte de esta iluminada familia que seamos inscriptos en el libro de la vida buena con salud, de redención y salvación, de sustento y apoyo, de méritos, disculpa y perdón.

Y además contarles un par de cosas. Lo primero es que el domingo, a eso del mediodía, descubrí que tanto en el edificio donde vivimos como en los vecinos habitan varios judíos que tanto yo como la Roiter, mejor dicho la Roiter y yo desconocíamos que pertenecían al Am Israel.

Nuestro edificio tiene un jardín interno, el pulmón de manzana, donde el hijo de el anticuario de la avenida Alvear tocó el Shofar para todos los que habíamos decidido no ir a un Beit Hakneset, y en los días previos lo difundió en los edificios cuyos contrafrentes dan al pulmón de manzana, invitando a todos los que quisieran escuchar que salieran a los balcones, y cuando a eso de las 13:30 horas del segundo día de Rosh Hashaná tocó el Shofar, en el jardín éramos 12 ó 13, pero en los balcones que lo rodeaban había como 50.

La verdad que a los judíos, la Roiter y yo incluidos, cada día los entiendo menos. Les cuento, una de las las cosas que no pude dejar de hacer es leer los medios comunitarios, y me enteré que a un israelí, Yaakov Hagoel, dirigente sionista, el Jerusalem Post lo distinguió como uno de los 50 judíos destacados por sus acciones durante el 5780. Es un hombre joven, que todavía no cumplió 50 años según wiki pedía, padre de 4 hijos que tiene un título en derecho y parece que desde muy joven es sionista pues estuvo al frente del movimiento juvenil Betar y ahora – desde hace cinco años – es presidente del World Likud, vicepresidente de Organización Sionista Mundial y también dirige el departamento de lucha contra el antisemitismo, al que el prestigioso medio judío distinguía por todo lo que ha venido haciendo para enfrentar el antisemitismo. Que alguien sea distinguido por combatir el antisemitismo, y que además sea sionista me parece excelente, lo imperdonable es que desconocía que el Jerusalem Post realizaba ese tipo de distinciones.

Viendo lo que muchos dirigentes de las comunidades judías de la diáspora dicen: que la identidad judía se está debilitando y que los jóvenes no judíos, y muchas veces los judíos también, desconocen lo que ocurrió en la Shoá, por ejemplo, no sería conveniente que la Organización Sionista Mundial también tenga un departamento que luche contra la perdida de los tradicionales valores judaicos.

No hablo de asimilación, porque cada uno de nosotros – aunque nos moleste reconocerlo – nos asimilamos a la sociedad en la que vivimos, por ejemplo los que todavía utilizamos agenda impresa anotamos nuestros compromisos en páginas semanales que comienzan el día lunes, el segundo día según el calendario hebreo.

Pero pensándolo bien, mi propuesta por más interesante que pueda parecerles, si bien sé que para algunos será todo lo contrario, adolece de una falla fundamental, cuales son los “valores tradicionales judaicos”.

Hace unos años un conocido me invitó a almorzar en ya inexistente comedor del edificio de la AMIA, y me encontré con la sorpresa que también había invitado al periodista de la pipa, al que era el director del Departamento de Cultura, y a un médico que había ocupado diversos cargos en la comisión directiva.

Mientras comíamos, cada uno contaba alguna anécdota relacionada con su labor profesional, yo escuchaba. En un momento el periodista de la pipa contó que un dirigente, titular de una institución reformista le había enviado una nota diciéndole que estaba muy enojado pues en su último artículo sobre la interna de la comunidad había escrito que los religiosos volverían a triunfar en la siguiente elección, porque él también era religioso.

El ex directivo dijo algo parecido a ‘pero si ese dirigente es reformista’, a lo que el periodista comunitario dijo ‘pero dice que cree que Hashem creó el mundo y todos los viernes va al oficio de Cabalat Shabat’, el ex director de Cultura afirmó que ese dirigente tenía razón.

Recordé esa anécdota cuando leí el discurso de don Biby en Washington, cuando se firmaron los “acuerdos” con Emiratos Árabes Unidos y el Reino de Baréin, y cuando esa noche escuche lo que decían los participantes de la asamblea de la Organización Sionista Argentina – OSA.

Ustedes se preguntarán que tiene que ver la anécdota con estos dos hechos, yo no lo sé, pero eso me paso y quería contárselos.

Bueno, otra cosa fue la asamblea de la OSA, un vecino es afiliado, aunque no podía votar porque no tiene la cuota al día, y me invitó a ver en su casa el zoom, respetando la distancia social y con los tapabocas correspondientes, aunque para tomar un café nos lo sacamos.

El tratamiento de la Memoria y Balance pasó casi como por un tubo, debido a que el revisor de cuentas hizo un planteo que se tuvo que leer, y el tema principal, la elección de la nueva conducción, en especial de quien va a ser el próximo presidente, pasó a un cuarto intermedio para el día 12 de noviembre.

Según explicaron, yo me había enterado debido a que conversé días antes con uno de sus miembros, que se había formado una especie de comisión Ad Hoc para tratar de llegar a un acuerdo entre los factores que integran la institución de quien será el próximo presidente, debido a que si no se llega a un consenso, por disposiciones del organismo de control legal automáticamente se prolongan los actuales mandatos hasta que puedan los asociados votar.

Lo que en esa conversación privada me enteré es que aparentemente habría cuatro candidatos para ocupar el sillón cabecera de la Comisión Directiva: una dirigenta y tres dirigentes, uno de ellos del interior.

Pese a los años y a la experiencia de haber recorrido la “calle judía” durante décadas, sigo sin entender que haga falta una comisión Ad Hoc para tratar que finalmente haya un solo candidato presidente de la OSA, y puedan los factores ponerse de acuerdo en cómo integran el resto de la conducción. Ustedes tampoco lo entienden, que puedo decirles, la política comunitaria es así, y seguramente seguirá siendo muy parecida.

Me despido retirando los deseos de que seamos inscriptos en el libro de la vida buena con salud, de redención y salvación, de sustento y apoyo, de méritos, disculpa y perdón.

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