
Guillermo Borger explica porque desea volver a presidir la AMIA y cuáles serían los objetivos de su gestión.
Por mesa de redacción de Revista LA LUZ
Conversar con Guillermo Borger sobre la comunidad judía es un verdadero placer, pues no sólo acumula la experiencia de haber presidido la AMIA, la principal institución Kehilatí (comunitaria) de la Argentina, y posiblemente de los países hispanoparlantes, sino por toda su experiencia previa.
Plenamente identificado con el movimiento sionista “Datí Leumi (religioso nacional)”, fue conocido en el ámbito comunitario primero por su actividad profesional, pues desde Koll Ram, su empresa de sonido colaboraba activamente con muchas instituciones brindándole el servicio de sonido a sus actividades y eventos a valores mucho menores que los de mercado.
Su actividad dirigencial comenzó seguramente como madrij en el movimiento juvenil sionista Bnei Akiva, y continuó formando parte de la conducción de la escuela Rab Kook-Talpiot, para presidir luego, por más de una década la Comunidad Talpiot, hasta que se mudó al barrio de Belgrano R, y se integró a comunidad Ajdut Israel (el Templo de Moldes) donde al poco tiempo fue nombrado vicepresidente. Cuando ocurrió el atentado que destruyó el edificio de la AMIA y causó 85 víctimas fatales y más de 300 heridos, además de los destrozos edilicios, Guillermo Borger era uno de los vocales titulares de la Comisión Directiva que presidía Alberto Krupnicoff
Su identificación con el Movimiento Sionista y el Estado de Israel es incuestionable, dos de sus cuatro hijos varones y varios de sus nietos viven en Israel, a donde con su esposa Ite viajaba todos los años antes de la pandemia y vivía allí un largo período de tiempo.
Previo a asumir la presidencia de la AMIA era vicepresidente de la Organización Sionista Argentina, lugar desde donde impulsó la labor de difusión del ideal sionista, especialmente a los grupos juveniles.
Concluido su mandato en la Kehila, cinco años, el más largo de la historia de la institución hasta el presente, continuó apoyando el proyecto de que las escuelas judías debían trabajar en conjunto conformando la Federación de Escuelas Judías Argentinas (FEJA), además de colaborar con toda institución que se lo solicita.
LA LUZ, al conversar con él a fines de agosto le preguntó ¿Cómo ves la situación comunitaria hoy? Y nos respondió lo siguiente:
- Siempre fui y trato de ser positivo, es una comunidad dinámica y activa. A partir de la pandemia la veo muy bien. La comunidad, en general, tuvo que actuar en momentos distintos en toda su historia, enfrentando grandes desafíos e incertidumbres, permanente y muy difíciles, parecidos a los actuales y por ejemplo está dando respuesta en lo que tiene que ver con la educación. Si nos referimos particularmente a lo que es AMIA, está dando respuestas permanentes y positivas, con una dinámica que supo responder, la gran incertidumbre que generó la pandemia, algo que fue y es absolutamente desconocida para todo el mundo. Por ejemplo, AMIA no ha dejado de ayudar en ninguna de sus áreas: todas las escuelas pudieron seguir funcionando, continuó la labor del Vaad Hajinuj; el área de acción social continuó brindando la asistencia a la parte más desprotegida de la sociedad que se encarga.
Sobre la situación política de la comunidad, en donde ha surgido un nuevo agrupamiento de judíos que no reconoce la representatividad de la DAIA nos dijo: - Estoy hablando como Guillermo Borger, todas las opiniones que vierto son mías personales, no represento a nadie más que a mí mismo en este momento. Creo que ese movimiento no afecta a la dinámica de la comunidad, en general, y menos a la AMIA. En general la DAIA debe ocuparse de todo el accionar político con relación a la comunidad judía. Tiene muchísimo trabajo y deben hacerlo juntos y unidos con la AMIA, no me cabe la menor duda, pero el de la DAIA es un trabajo específico, su tarea son las acciones políticas y la relación con las autoridades a nivel nacional, provincial y municipal. Si me toca poder llegar nuevamente a la presidencia de la AMIA uno de mis objetivos sería trabajar codo a codo con la DAIA.
- Como Guillermo Borger afirmó: “Si me toca poder llegar nuevamente a la presidencia de la AMIA”, le preguntamos ¿para qué quiere volver a presidir la AMIA? cuando es uno de los es directivos institucionales de consulta más importante de la comunidad y colabora con decenas de instituciones.
- Yo no soy político. No me interesa la militancia política. La mayoría de los jóvenes cuando hablan de política y de proyectos, hablan de la inteligencia artificial, que son las nuevas herramientas que hoy se utilizan, y que son necesarias. Si yo vuelvo a la AMIA me quiero rodear de jóvenes que las dominen, pero la herramienta por que la me apasiono y quiero a la AMIA, es la inteligencia emocional, que es lo fundamental que hace falta para poder conducirla. No alcanza solo con la inteligencia artificial y es necesaria la inteligencia emocional. Yo quiero a la AMIA. Yo quiero a mi comunidad, y creo que eso es lo que les falta, muchas veces, a los políticos. Hace falta tener sentimientos, una inteligencia emocional. Cuando uno siente que ayuda a una persona y que esa persona vuelve a su casa contenta porque lo recibió alguien que lo pudo escuchar y ayudar, o ese joven vuelve a la escuela y sintió que pudo continuar su camino, ese es el trabajo de la AMIA, que hace que yo quiera volver, nada más que por eso.