El 3 de julio se cumple un nuevo aniversario del fallecimiento de quien fundó el Movimiento Sionista, Teodoro Herzl z’l (1890-1904), un idealista y visionario que en agosto de 1897 vislumbró el establecimiento del Estado Judío.


Teodoro Herzl nació el 2 de mayo de 1860 en la ciudad de Budapest, en el seno de una familia acomodada que se asimilo a la cultura alemana, lo que era común en esos años en Europa Central.
En 1878, luego de fallecer su única hermana, la familia se traslada a Viena, donde Teodoro se inscribe en la facultad de Abogacía, graduándose en 1894 de Doctor en Leyes y en 1889 se caso con Julia Naschauer, descendiente de una familia judía húngara, con quien tuvo tres hijos,
Ejerció la abogacía poco tiempo pues descubrió que su vocación era el periodismo, tarea a la que se abocó con ahínco, ingresando a la redacción de uno de los más prestigiosos diarios vieneses, el Neue Freie Presse, a la vez que escribía obras de teatro, en muchas de las cuales la temática judía estaba presente, en especial los relacionados con la necesidad de asimilarse a la cultura circundante.
Esos trabajos literarios tuvieron éxito discreto, mientras que sus artículos periodísticos fueron muy ponderados y la dirección del diario lo enviaba a diversos lugares de Europa para describir y analizar los acontecimientos que allí ocurrían. En 1891 es designado corresponsal en París, donde permanece cinco años, cuando es llamado a Viena, pues es designado dirección de la sección literaria del Neue Freie Presse, que mantuvo hasta su muerte.
La problemática judía siempre le intereso, como también la política, habiendo sido miembro activo de una asociación de estudiantes nacionalistas alemanes “Albia” a la que renunció cuando el antisemitismo reinante en ella hizo que prohibieran que ingresaran nuevos miembros de origen judío, si bien sentía que pertenecía a un pueblo que era odiado y perseguido.
Estando en París debió cubrir las alternativas del “Caso Dreyfus”, el capitán del ejercito francés que fue falsamente acusado de traición y que al ser juzgado lo condenaron a la degradación y prisión. Lo que observó, que la población francesa, considera una de las más progresistas de Europa, daba por sentado que Dreyfus era un traidor por el solo hecho de ser judío lo impactó de sobremanera. Si bien era consciente de la existencia del antisemitismo, hasta ese momento consideraba que el mismo se eliminaría con el progreso, pero que en el país que había establecido los Derechos del Hombre se actuara de la forma que se actuó, lo llevo a plantearse que era imposible que se aceptara a los judíos, a quienes consideraban extranjeros, y que por lo tanto debía existir otra alternativa, que tuvieran su propio país, un Estado Judío.
Hombre eminentemente racionalista, Herzl, desarrollo la idea e intentó lograr el apoyo de los grandes filántropos judíos de la época, los barones Hirsch y Montefiore.
Como estos no estuvieron de acuerdo con su proyecto, lo plasmo en un libro, Der Judenstaat-Versuch einer modernen Lösung der Judenfrage (El Estado judío, una solución moderna de la cuestión judía) que se publicó en Viena, en 1896, en el cual hacía un análisis de la situación en que vivían las diversas comunidades judías europeas y proponía mantener conversaciones con los principales líderes políticos para conseguir que cedan un territorio a donde puedan instalarse los judíos y la creación de diversas instituciones que permitieran la concreción del proyecto.
Este trabajo, de poco más de 100 páginas fue de inmediato traducido al inglés, francés y ruso, a la vez que tuvo una amplísima difusión en las masas judías de Europa Oriental.
Si bien ya existían corrientes de pensamiento que postulaban el sionismo, la inmigración de los judíos a la Eretz Israel (la Tierra de Israel), la motivación se fundamentaba en aspectos tradicionales y no políticos, es por eso que el proyecto de Herzl se lo denomina “sionismo político”, además en Der Judenstaat no se plantea que el Estado Judío debería estar ubicado en Eretz Israel, sino en el territorio que se consiguiera.
Con la finalidad de darle una organización estable a su propuesta, Herzl invita a las diversas comunidades judías a participar en un congreso que tenía la intención de organizar en una ciudad de Alemania, Munich, pero la oposición de los rabinos le hace cambiar el lugar y se ve obligado a trasladarlo a una ciudad suiza, Basilea, donde se lleva a cabo el Primer Congreso Sionista del 27 al 31 de agosto de 1897, con la asistencia de 204 representantes de las comunidades judías europeas, muchos de ellos de los pequeños shteles (aldeas) del imperio zarista. Durante las deliberaciones se aprueba la creación del Movimiento Sionista, y el programa que ha de regirlo, denominado “Programa de Basilea”, en el que se establece la necesidad de establecer un Estado Judío, que por presión de los congresales debía estar ubicado en Eretz Israel, la patria ancestral del pueblo judío, y se elige a Teodoro Herzl como presidente del recién creado movimiento.
Concluido el Primer Congreso Sionista, Herzl escribe en su diario: “… En Basilea fundé el Estado Judío. Esto no lo puedo decir en público porque se reirán de mí. Aunque se posea un territorio, el Estado es siempre algo abstracto e invisible para la mayoría… “. Cincuenta años después, ese estado “abstracto e invisible para la mayoría” se convirtió en realidad..
Herzl, que con anterioridad al congreso había mantenido conversaciones con diversos líderes mundiales, redobla sus gestiones diplomática y se entrevista con el Sultán de Turquía, con el Kaiser Guillermo y el Papa, entre otros, con el propósito de convencerlos de que apoyen el proyecto y le concedan al Movimiento Sionista el territorio que necesita para establecer el Estado Judío.
Meses antes, en junio, de su propio peculio, Herzl funda el periódico Die Welt (El Mundo), que luego se convertirá en el vocero del Movimiento Sionista.
En 1902 Herzl visita por primera y única vez Palestina, y a su regreso escribe la novela utópica Altneuland (La Vieja Nueva Tierra) en la que describe como será el Estado Judío en 1922, un país moderno, democrático y prospero.
Herzl preside los siguientes cinco Congresos Sionistas, en los que informa de las gestiones diplomáticas que realiza y se deciden aspectos relacionados con la marcha del Movimiento, entre otros la fundación de un banco, el Jewish Colonial Trust, con sede en Londres y la creación del Keren Kayemet Israel, el Fondo Nacional Judío.
Las múltiples ocupaciones, los viajes y la permanente tensión deterioran la salud del líder sionista, quien fallece en la ciudad de Edlach, 3 de julio de 1904 ((el 20 de Tamuz de 5664, según el calendario hebreo). En su momento Herzl había expresado una póstuma voluntad: ” Quiero ser enterrado en el panteón junto a mi padre, y descansar allí hasta que el Pueblo Judío me conduzca a Eretz Israel”. En 1949 sus restos son trasladados a Jerusalem y enterrados en un monte que lleva su nombre.

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