amia2Por: Lic. Eduardo Alberto Chernizki

En una semana se cumplirán, de acuerdo al calendario gregoriano, 24 años del atentado al edificio de la AMIA, en el que además tenían su sede la DAIA y el Instituto Científico IWO.

Tanto la AMIA como la DAIA están organizando acciones relacionadas con lo ocurrido a las 9:53 hs. del lunes 18 de julio de 1994.

También otras instituciones comunitarias, entre ellas el Congreso Judío Latinoamericano, recordarán la fecha mediante actividades en las que el reclamo de justicia está presente, al igual que en los 23 aniversarios que han pasado.

Como en los años anteriores la AMIA organizará el acto central en la calle Pasteur al 600 la mañana del día 18, y la noche anterior los jóvenes de la comunidad realizarán el suyo. Memoria Activa y 18J, dos agrupaciones de familiares y amigos de las víctimas del atentado, efectuaran sus respectivos actos, y en todos ellos escucharemos el reclamo de justicia, y las justificadas críticas por la falta de esclarecimiento. En lo personal felicito tanto a la conducción de la AMIA como a la de la DAIA, pues cada una de las acciones que llevan a cabo, que en muchos casos preceden al 18 de julio, son parte de una realidad que todavía no logramos desentrañar, y que de alguna manera lo expresa “El Muro de la Memoria”, el mural recientemente inaugurado en la plaza seca de Pasteur 633, una obra que de acuerdo a lo expresado por quienes la pergeñaron “buscó, en principio, volver a hacer visibles las marcas del viejo edificio de la institución que permanecieron tras la destrucción, y poder resinificarlas y ponerlas en valor a partir del arte urbano (“street art”) o callejero.

La decisión de identificar a los sobrevivientes y grabar sus testimonios también es una acción digna de ponderación al igual que la otorgar un “Reconocimiento al Valor y a la Memoria, de todos aquellos hombres y mujeres de prensa que cubrieron esos días desde el lugar de los hechos”.

Cómo integrante de la prensa comunitaria judía, que minutos después de la terrible explosión llegó hasta la esquina de Tucumán y Pasteur, recuerdo la tarea de periodistas de los medios nacionales como comunitarios que durante horas y horas fueron describiendo los esfuerzos de quienes intentaban rescatar a los atrapados entre los escombros.
Ellos “estaban en el lugar de los hechos”, pero también había otros periodistas que por disposición de sus superiores recorrían los hospitales, se mantenían apostados en la puerta de la Morgue Judicial, o en la vereda de la Comisaría 5ª, o cumplían con su tarea frente a Ayacucho 632, donde los familiares y amigos de quienes todavía no habían sido individualizados esperaban angustiados los informes de los rescatistas; y también el lugar en el que se instalaron las autoridades comunitarias que recibían las visitas de funcionarios gubernamentales, miembros de la sociedad civil, diplomáticos, etc., que se acercaban a expresar su solidaridad, tarea que periodistas cubrían y lo informaban a los medios.

En esos días miembros de la prensa comunitaria judía también estuvimos en cada uno de los lugares en los que se producían los hechos que detallo en el párrafo anterior, y lo escribimos en cada uno de los medios en los que colaboramos, donde la mayoría no lo hacíamos profesionalmente; sólo quienes formaban parte de la recientemente inaugurada Radio Jai informaban directamente a su audiencia.

Teniendo en cuenta estos recuerdos considero que haber planteado en la convocatoria “desde el lugar de los hechos” puede interpretarse como limitativo, lo que no me parece justo.

Otro detalle de la convocatoria que me resultó incomprensible es que decía “La DAIA y FOPEA invitan a los trabajadores de la prensa que cubrieron el atentado a anotarse en cualquiera de las dos organizaciones, a través de los emails prensa@daia.org.ar o fopea@fopea.org, respectivamente, para que puedan recibir la invitación a la ceremonia del próximo 17 de julio”.

Si lo que han de entregar es un “Reconocimiento al Valor y la Memoria, de todos aquellos hombres y mujeres de prensa que cubrieron esos días desde el lugar de los hechos”, lo mínimo que una institución como la DAIA debiera haber efectuado es designar a dos o tres miembros de su conducción para que consulten los archivos de prensa existentes, entrevisten a quienes en esos días cubrimos periodísticamente los hechos que se sucedían, y en base a la información recogida sean ellos los que designen a quienes deben otorgar el “Reconocimiento”.

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