
Cuando todo pase. Los niños volverán a ser niños y los jóvenes seguirán siendo jóvenes. Los adultos, adultos. Todos, con algunos meses más y experiencias sumadas a nuestras vidas. Saldremos del encuentro virtual para encontrarnos en un encuentro real, de cuerpos. Mientras tanto, y en este transcurrir, algunos están más cómodos que otros. Como sucede ahora. Algunos están más cómodos con la virtualidad: se sienten más seguros y cuidados, detrás de una pantalla.
Muchos hablan de lo que pasará como si pudieran verla a través de la bola de cristal. Imposible predecir. Sabemos que van a haber cambios. Vivir es un cambiar permanente y cada experiencia nos modifica a nosotros, a nuestra sociedad y a nuestra cultura.
¿Cuáles serán los cambios? Difícil anticiparlos en una sociedad donde las diferencias son tan grandes, dónde las realidades son tan diferentes de acuerdo a que parte de nuestro territorio estemos tocando.
En los lugares en los que, las condiciones lo permitan seguramente la tecnología tendrá otro lugar. Será una herramienta que bien utilizada podrá generar resultados óptimos.
Después de la cuarentena, cuando todo esto pase. Lo más importante es que los cuerpos se encontrarán, las miradas estarán frente a frente, las caricias serán una real posibilidad y podremos sentir la presencia de otro ser humano caminando a nuestro lado, respirando juntos a la par.
Este encierro obligado por una situación de cuidado de salud, me permite afirmar que nos dio la oportunidad de desnaturalizar todo aquello que no teníamos tiempo para cuestionar o que lo realizábamos desde los mismos paradigmas, y también permite afirmar que no nos dio el tiempo suficiente para pensar, reflexionar, tomar distancia, cuestionar, elegir los mejores recursos y prepararnos. La realidad siempre nos lleva la delantera, y en educación siempre va un paso adelante.
Ahora, obligados o no, desnaturalizamos, cambiamos el punto de vista, tenemos la oportunidad de capitalizar esta experiencia y si luego volvemos a lo mismo, ¿será que no hemos aprendido nada? ¿Habrán sido solo aprendizajes individuales? Habrá que esperar para saberlo.
Y aprender, a esta altura ya lo sabíamos, no sólo se aprende dentro de un aula. Aprender se aprende andando, aprender es un recoger herramientas de todo el terreno, reunirlas, analizarlas y estar dispuesto a incorporarlas.
Cuando el encierro pase, cuando el cansancio pase, cuando volvamos a encontrarnos pasará un tiempo. Volveremos a encontrarnos y ojalá no volvamos a naturalizar aquello que ya existía por no querer arriesgarnos a todo lo que implica dedicarse al cambio.
Licenciada y Counselor Graciela Polonsky