
Enseñamos a nuestros hijos, en las escuelas y en las peulot que todo acto tiene sus consecuencias, pero la realidad nos muestra que existen actos que no conllevan a ella. Entonces, y como intento de balancear, no dejamos de pedir justicia, no dejamos de perseguirla.
Hace 26 años, tenía a mi hijo más grande de la mano. El clima del subte comenzó a enrarecerse y no veía la hora de llegar a casa. El murmullo no cesaba, había explotado una bomba en la AMIA.
Ya había sucedido lo de la Embajada… ¿otra vez? No, no podía ser… Pero fue.
Ya pasaron 26 años, para algunos toda una vida; para otros más que ella… digamos que conocer es parte de la historia…
26 años que hablamos de AMIA, de la bomba, de la impunidad, de la búsqueda de justicia.
26 años que nos juntamos con frío, lluvia, en la calle Pasteur con el objetivo de No olvidar, de encontrar respuestas a tanta impunidad, a tanta irracionalidad, a tanta deshumanización.
Los que nacieron después de julio de 1994 conocen esta explosión como historia; porque lo contamos, porque lo contamos los familiares, los que estuvimos noches sin dormir acompañando, los que todavía tenemos una silla vacía en nuestras mesas, los diarios, los maestros, el nuevo edificio, las fotos, los madrijim, los actos…
Pero lamentablemente todos conocemos la historia detrás de la historia. El antisemitismo crudo o, el más nuevo, el antisionismo enmascarando el antisemitismo.
Hace unos días en un zoom, Gabriel Ben Tasgal, remarcó que nuestra primera arma de lucha contra el antisemitismo en la Golá (diáspora), y yo estoy de acuerdo, es la educación. Educación para los judíos cuando necesitamos el arma de responder y educación para el resto que necesita conocer.
Preocupa la ola de antisemitismo que comenzó a surgir en nuestro país cuando, por poner un ejemplo a un periodista que no es judío, se lo tilda de sionista y se le coloca el Maguen David en sus ojos como ofensa. Es señal que tenemos mucho por hacer desde el ámbito educativo.
El antisemitismo siempre está ahí, esperando aparecer con su discurso antiguo y renovado, aprovechando cada oportunidad que la historia le da para asomar su cabeza.
Estamos en el mes de julio. La bomba explotó hace 26 años. Queremos justicia. Quiero saber qué pasó. Quiero vivir en un país sin impunidad. Quiero vivir en un país con libertad de culto con tranquilidad. Quiero eso para mí, para mis hijos y para mis nietos…
Eduquemos para lograrlo…
Debajo de toda identidad, somos todos Seres Humanos.
Lic. Y Counselor Graciela Polonsky