Estimados iluminados y encuarentenados lectores, desde mi anterior comentario muchas cosas han ocurrido en el mundo judío, y si bien todavía no sabemos a ciencia cierta qué sucederá políticamente en Israel, deseo hacerles conocer algunas de mis apreciaciones, que al decir de Eleonora, mi esposa, la Roiter, a veces se asemejan a lo que finalmente ocurre y otras son todo lo opuesto a la realidad que se produce.

En nuestro departamento, la vida cuarentenaria sigue el ritmo que les conté la vez anterior, con una sola variante, ya que porque somos mayores de 65 años y por eso pacientes de riesgo, logramos una vez concluida la cuarentena preventiva, y como no estábamos afectados del coronavirus, que le autorizaran a la señora que nos atiende la casa cuando viajamos y también ayuda en los quehaceres domésticos diarios, tener el permiso para venir diariamente a cumplir con su tareas y además de continuar haciéndonos las compras, nos cocina, lava y plancha.

La Roiter, que sigue hablando por teléfono con mis cuñados, sus hermanos, algunas de las cuñadas, los sobrinos y varias decenas de amigas, descubrió que existe el “zoom” y toma clases de yoga, gimnasia, Torá, escucha alguna que otra tefila, y aunque parezca mentira, habla por el celular y participa de varias actividades a la vez. Sus tareas impiden que yo pueda usar la PC durante el día, por lo que cuando ella se va a dormir, me siento en el escritorio y reviso el correo, leo los diarios y los boletines informativos. Lo que me permite estar permanentemente informado es el WhatsApp, aunque me parece que, a veces, los que difunden las noticias de sus medios están corriendo una carrera para ver quien publica la última novedad primero, y entonces algunas se repiten.

En Israel hay funcionarios gubernamentales con coronavirus que deben guardar cuarentena, al igual que los que han estado en reuniones con ellos, mientras se comprueba si están o no están contagiados, lo que es lógico, pero que uno de ellos, al que ya le tuvieron que hacer la prueba más de una vez, sea el primer ministro, es algo que no entiendo.

Acá, nosotros, mejor dicho la Roiter y miles o millones de personas participan de conferencias y clases cómodamente instaladas en sus casas por diferentes aplicaciones. Me imagino que si el primer ministro israelí tiene que hacer una reunión de gabinete, conversar con ministros o con otros políticos, también lo puede hacerlo por esos medios, y que a diferencia de lo ocurre acá, que a los 40 minutos se corta, Netanyahu debe tener la posibilidad de que la comunicación dure el tiempo que necesita.

Pero antes de introducirnos en la problemática de nuestra querida Eretz Israel, tengo que decirles que acá también hay cosas que pasan que me resultan difíciles de comprender. Un ejemplo es la duración de la cuarentena, pues cuando con la Roiter estábamos promediando la nuestra personal, por haber estado en Nueva York, y haber regresado a mediados de marzo, el Presidente de la República, mediante un DNU, nos impuso a todos los habitantes otros 12 días más de encierro, que cuando iban a terminar los prolongó hasta después del domingo de Pascua. Les cuento, aunque posiblemente ustedes también lo saben, que el 20 de marzo, cuando comenzamos la cuarentena nacional, entre los periodistas y comentaristas que analizaban el tema había algunos que afirmaban que como mínimo tenía que durar hasta después de Pascua, y otros hasta fines de abril, y también escuché, o leí, opiniones de especialistas que decían que para que tuviera efecto debe de ser de 60 días. Quizás hubiera sido conveniente que el señor Presidente, en base a lo que le explican sus asesores en la materia, nos diga la verdad, pues como dijo el General, hace tiempo, en 1948 y todos repetimos hasta el día de hoy: “La única verdad es la realidad”.

No se enojen, se que la frase originalmente la habría dicho Aristóteles, y después la utilizó Kant, pero la inmensa mayoría la usamos porque la dijo el General.

Lo que está ocurriendo en nuestra comunidad me gratifica, pues si bien me imaginaba que las instituciones comunitarias dedicadas a la ayuda social, entre otras AMIA, Fundación Tzedaká, Guemilut Jasadim, Jabad, Fundación Judaica, inmediatamente actuarían para ayudar, de acuerdo a sus posibilidades, a las personas mayores, pacientes de riesgo, y que no tienen familia, etc., etc, tengo que reconocer que estoy sorprendido además por la gran cantidad de actividades, para grandes y chicos, que están realizando mediante las redes sociales, llegando a decenas de miles de personas, ayudando a transitar estos días de encierro.

La situación política israelí, uno de los temas que más me apasiona junto con el ajedrez, desde mi último contacto, se ha modificado sustancialmente, habiéndose producido ciertos hechos que para muchos han sido sorprendentes.

Les aclaro estimados iluminados y encuarentenados lectores, que respecto a la pandemia no me voy a referir debido a que mis conocimientos médicos son casi nulos, aunque no puedo dejar de mencionar que si bien el coronavirus se está difundiendo rápidamente, y hay lugares como Bnei Brak y barrios de Jerusalem muy afectados. Al momento de escribirles estas apreciaciones la cantidad de fallecidos es muy inferior, porcentualmente, a la media conocida.

En primer lugar que el presidente del Estado, Reuben Rivlin, luego de consultar a todos los partidos representados en la Kneset, le encargara al entonces líder de Kajol Lavan (Azul y Blanco) Benny Gantz que formara gobierno, fue algo lógico, pues lo habían recomendado los partidos que sumaban 61 JK (Javer Keneset -miembro de la Kneset) mientras que a Netanyahu lo habían hecho 58 JK.

Tanto los analistas políticos, los periodistas, los cronistas extranjeros y hasta este jubilado del Abasto sabíamos que su tarea era casi irrealizable por lo menos por dos motivos.

El primero que los 61 JK incluían a los 15 JK de la Lista Árabe Conjunta y por lo menos había 3 JK que por eso no lo apoyarían; el segundo que de acuerdo a todo lo expuesto durante las sucesivas tres campañas electorales los líderes de Kajol Lavan, Gantz incluido lógicamente, no le ofrecerían al Likud conformar un gobierno de coalición, si Netanyahu no desistía en su postura de seguir siendo el Primer Ministro.

Hombres duchos en la política israelí, los líderes de Kajol Laban sabían que si transcurría el plazo legal, y Gantz no podía formar gobierno, existía la posibilidad de que algunos JK de los 61 fueran tentados a cambiar de sector, y se integraran a un futuro gobierno cuyo primer ministro fuera Bibi. A la vez eran conscientes que se desprendieran del apoyo de la Lista Árabe Unida no existía la posibilidad que los JK de los partidos religiosos rompieran con Netanyahu, mientras Yair Lapid históricamente un ultra anti religioso fuera el segundo de Gantz y tuvieran como aliado a Liberman.

Con este panorama, los dirigentes de Kajol Lavan sabían que no podían perder tiempo, que debían actuar de inmediato, y así lo hicieron, pero el resultado no fue el que ellos, los analistas, los periodistas y seguramente la mayoría de los ciudadanos israelíes preveían.

Buscaron eliminar a Yoel (Yuli) Edelstein como presidente de la Kneset forzando que se votara a que JK debía presidir el parlamento, antes de conformarse el gobierno, cuando tradicionalmente fue un cargo que ocupó un JK perteneciente al partido del primer ministro o por lo menos a uno que integre la coalición de gobierno. Pero Edelstein hizo algo inédito: renunció, se fue dándoles un portazo y diciéndoles que actuaban antidemocráticamente a quienes afirman ser los verdaderos demócratas israelíes.

En Israel es evidente que políticamente están divididos en “Sí Bibi” y en “No Bibi” o “anti Bibi”, y que la pandemia no sólo está afectando a su población, como en el resto del mundo, sino que las medidas que ha tomado el gobierno, pese a no contar con el aval de la Kneset, han sido correctas, lo que ha aumentado, según ciertas evaluaciones, el apoyo a su conductor, que se suma -de acuerdo a ciertos analistas- a que un sector de quienes no votaron en las elecciones anteriores por Bibi o sus aliados, no terminan de entender que el “No Bibi” o “anti Bibi” impida formar un gobierno de unidad a fin, no sólo de actuar durante la pandemia, sino de reordenar el país luego de que la misma culmine.

Quienes así opinan serían varias decenas de miles, y por lo tanto cambiarían su voto en una cuarta elección si no se conforma un gobierno apoyado por la Kneset, y entonces Netanyahu obtendría los votos necesarios para continuar siendo el primer ministro.

Pese a la imposición de elegir presidente de la Kneset, haber integrado las comisiones de trabajo sin respetar la distribución de bancas, las conversaciones entre Netanyahu y Gantz continuaban directamente o indirectamente, y Reubén Rivlin seguía tratando de acercarlos a un acuerdo.

En tanto Kajol Lavan se rompió pues Gantz y quienes liderados por él formaron hace cerca de dos años un partido político, aceptaron conformar con el Likud y sus aliados un gobierno de unidad durante tres años, en el que Netanyahu primero y Gantz después respectivamente serían, durante un año y medio, el primer ministro. En el marco de esas conversaciones, se acordó que Gantz fuera electo presidente de la Kneset, cosa que ocurrió, y de inmediato sus antiguos socios lo comenzaron a llamar traidor. A la vez ya comenzaron las fricciones por cómo se conformará el gabinete, y miembros de Yamina han declarado a la prensa que pueden pasar a la oposición si no le otorgan los lugares que pretenden, a la vez que critican a Netanyahu por aceptar ciertas exigencias de Gantz, por ejemplo que sea uno de sus hombres el que esté al frente del ministerio de Justicia.

Mientras esto ocurre, aproveché mi disponibilidad horario, la madrugada argentina coincide con el inicio de la jornada laboral israelí, y conversé vía WhatsApp con un varios de amigos de la tnuá que concretaron hace años su alía, uno de los sobrinos de la Roiter, y un par de periodistas que conocí cuando participe de un Seminario para periodistas judíos, y todos me dijeron que Gantz hizo bien en hacer lo que hizo, por lo menos en las actuales circunstancias, si bien varios no quieren para nada que Bibi sea el primer ministro, pero también que dudan de que se cumpla la segunda parte del acuerdo.

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