Cada casa es un mundo, solemos decir. Y, ciertamente, así es. Dentro de las paredes de nuestro hogar, en el mejor de los casos, suceden diferentes situaciones. Conviven seres humanos que se relacionan, que interactúan.

En estos días circula por las redes y los medios de comunicación masivos el ya famoso QUEDATE EN CASA. Algo que para algunos puede ser tan simple y, sin embargo, para otros tan complejo y complicado.

Para los que tenemos la bendición de tener paz en el hogar, Shalom bait, y podemos convivir en equilibrio; sosteniéndonos, escuchándonos, acompañándonos, alentándonos; estos son momentos de encuentro. Revalorizamos el estar vivos, el tener salud, el compartir, el mirar una película o serie todos juntos, una charla o discusión compartida, cocinar juntos, planificar las tareas cotidianas y por qué no el futuro que se avecina. Comunicarnos con nuestros seres queridos y sostenerlos a la distancia. Sostener los afectos y abrazarnos a la distancia con la convicción de que esto, también va a pasar. Porque, también va a pasar, y seguramente volveremos a encontrarnos todos alrededor de una mesa o compartiendo cualquier festejo que será la mejor excusa para poder darnos ese abrazo en persona que hoy nos llega virtualmente.

Ahora, que pasa con el QUEDATE EN CASA, para aquellos que no tienen esa suerte de lo que llamamos la paz en el hogar. Estos encierros agudizan las buenas y las malas situaciones. ¿Cuántas personas estarán hoy sufriendo el encierro? No sólo por el encierro que todos de una u otra manera padecemos, sino por el encierro compartido con aquellos con los que comparten “guerra” y no paz. ¿Cuántos niños, mujeres, hombres y personas mayores estarán padeciendo hoy de violencia, dentro de las paredes de sus hogares? Y esta pandemia, esta cuarentena les dice: QUEDATE EN CASA.

Cuando pensamos en la cuarentena, en general, somos poéticos. Pensamos en todas las oportunidades que nos brinda. Y eso, creo que está bien, para las familias que pueden gestionarlas, que tienen garantizado el techo y la comida diaria, la constitución familiar basada en la palabra y no en la violencia…

Imagino la angustia que le genera el QUEDATE EN CASA a un niño, a una mujer, a un hombre, a un abuelo que es víctima de violencia…

Imagino la angustia que le genera el QUEDATE EN CASA a un abuelo/a que está solo en su casa…

Imagino la angustia que le genera el QUEDATE EN CASA a una familia que vive de su trabajo diario y que con eso come…

Imagino la angustia que le genera el QUEDATE EN CASA al que está lejos de su casa y sus afectos…

Imagino … Entonces, hace días que pienso y reflexiono en esto (es la oportunidad que me da el QUEDATE EN CASA).

Imagino a los janijim dentro de diferentes contextos. En esos contextos.

Los madrijim tienen hoy otro gran desafío: el de pensar y reflexionar cómo llegan a sus janijim, a entablar un vínculo con cada uno de ellos. Pensar que ellos viven dentro de diversos contextos, en diversas realidades…

No alcanza sólo con hacer peulot a través de las redes. Ser madrij no es solamente planificar y tirar actividades sino establecer vínculos, generar grupo. Deberán revisar quiénes se conectan, quiénes no, quiénes participan, quiénes no, y ver cómo colaboran tal como lo hacen en una actividad presencial. La tecnología ayuda a conectarse, pero no suplanta la relación.

Porque la cuarentena pasará y el grupo se va a encontrar y este tiempo tiene que servir para empezar a profundizar las relaciones, para conocerse, para vincularse. Para que el reencuentro sea entre quienes ya se conocen. Para que sea un verdadero reencuentro…

Lic. Graciela Polonsky

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