Iluminados lectores les escribo aprovechando que el aire acondicionado me permite coordinar algunas ideas. Mi compañero de juego, cansado de que casi la mitad de los fines de semana no estuve en el country, encontró otro enamorado del juego ciencia, que además es un politólogo aficionado que aprovecha los momentos en que descansan o van a la pileta para explicarle lo que pasa en la Argentina y en el mundo.
En lo personal además de que hace por lo menos tres semanas que no pierdo, porque no juego, lo que me tiene ocupado son algunas de las novedades que se produjeron tanto en nuestro país como en la comunidad, para no hablar de Israel, que me ocuparía varias páginas sólo describirlo.
Que el primer viaje del Presidente de la Nación fuera a Israel a participar de la conmemoración de que hacía 75 años el Ejército Rojo ingresó a Auschwitz-Birkenau me sorprendió como, me imagino, a gran parte de la población del país, pero más que regresara al país para viajar unos pocos días después a Europa para encontrarse primero con el Papa Francisco y luego con los gobernantes de Italia, Alemania, Francia y España
El viernes 25 de enero, estaba viendo los mails en la PC de casa, mientras esperaba que Eleonora, mi esposa, estuviera terminando de arreglarse antes de irnos al country, leí que Somos AMIA había designado quien sería su candidato a la presidencia de la AMIA, Batía Nemirovsky. Me quede duro, una mujer para presidir la AMIA, no podía imaginarme a quien se lo podría haber ocurrido algo tan revolucionario, y sigo sin saberlo, aunque averigüé que además de los Gabys (Gutesman y Gorestein), Leo Chulmir, Víctor Chama, uno de los majer es Sergio Pikholtz, que armaron un importante equipo de campaña en el que trabaja también un profesional.
Lo que no pude saber, y eso que durante el fin de semana llamé a varios conocidos que participan de Una AMIA es cómo les cayó esta novedad, porque lo que me dijeron, que no los afectaba, no lo creo. También hable con un par de dirigentes del BUR, y lo único que me dijeron es que en su lista no se incluyen socias mujeres, pero que si las otras listas las incluyen a ellos no sólo no les molesta, sino que desde que Guillermo Borger fue presidente de AMIA hasta ahora siempre hubo alguna mujer miembro de la Comisión Directiva, lo que es cierto.
El lunes 27 de enero estuve en el Palacio San Martín donde se realizó por el acto el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Lleno completo, muy buenos los discursos de los ministros de Relaciones Exteriores, Educación y Justicia, y el testimonio de Sara Rus una barbaridad. También dieron sendos mensajes el vicepresidente de la DAIA, David Stalman, y una representante del ICUF, Diana Diament, quien dijo que hablaba en nombre de los judíos progresistas.
Eleonora, que cuando la conocí, hace más de cuatro décadas, era una roiter (pelirroja) ex Hashomer Hatzair, porque había girado más a la izquierda, no protesto cuando en los mensajes se planteaba que lo ocurrido durante el Proceso podía ser comparable, para quienes los sufrieron, con el que los nazis ejecutaron en su momento, pero cuando salimos se enojó conmigo porque no me pareció extraño que además de la DAIA hablara alguien del ICUF.
El enojo le duró hasta que nos encontramos con unos amigos y fuimos a tomar unas cervezas a Herminio, en San Telmo, y se puso a contar el periplo que vamos a iniciar el miércoles 26 de febrero viajando nuevamente a Israel, pues el 2 de marzo hay que votar, después de unos días viajamos a visitar a uno de sus hermanos en Brujas, donde pasamos Shabat, y el domingo nos subimos a un avión que nos llevará a Ottawa, donde uno de nuestros hijos está al frente de la sucursal canadiense de la empresa de Eleonora y sus hermanos, y de allí nos vamos a Chicago donde recibe otro de los hermanos de Eleonora, para finalmente llegar a Nueva York del 16 al 20 de marzo, irnos a descansar una semana en Miami, llegar a Buenos Aires para votar en la AMIA y esa misma noche volar a Tel Aviv para pasar Pesaj con toda la familia en Ranana.
Yo la escuchaba y me preguntaba si voy a poder sobrevivir tantos viajes en avión, tantas comidas en hoteles y restaurantes, y sonreírle a los hermanos, cuñadas y sobrinos de Eleonora que me desprecian porque no entiendo nada de piedras preciosas ni de antigüedades.
Mi bobe, cuando tenía 15 ó 16 años y salía con las pibas de Menores de Hebraica, me decía que tuviera mucho cuidado con las roiters, pero yo no le hacía caso, las pelirrojas me atraían mucho más que las rubias. En esa época me dedica a jugar el gambito de dama, con blancas y con negras, y por más que estudiaba y me pasaba horas repasando partidas de grandes maestros, mi contrincante siempre conocía una variante que yo o no había estudiado o me había olvidado.
Eleonora era hija de un brillantero que había invertido sus ganancias en piedras y locales en las galerías de la avenida Corrientes, y dos de sus tres hijos varones estaban en el mismo negocio mientras que el tercero y la “nena” se dedicaban a estudiar, el varón que vive en Bnei Brak en un Kolel, y Eleonora en la Universita, al igual que yo. Allí decidimos ser israelíes, casarnos, y comenzó nuestra metamorfosis.
La primera fue regresar a Buenos Aires cuando mi suegro enfermó, después fui agrandando la circunferencia de mis cintura, ella fue girando ideológicamente de admirar a Lenin y Trovsky pasó a ser primero yabotiskiana, y luego una admiradora del rabino Kahane y justificar a Baruj Golstein y actualmente seguir a Itamar Ben-Gvir y votar a Otzma Yehudit.
Que vote por Otzma Yehudit puedo entenderlo, por más que no comprendo sus giros ideológicos, pero que en Buenos Aires esté maravillada con la candidatura de don Alejandro por un lado, que apoye a Batía por otro y sostenga que los “ortodoxos” están gobernando bien la AMIA me supera, pero por más que ahora Eleonora tenga canas sigue siendo una roiter.

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